El Laboratorio Clínico de BeOneYou
Donde tu visión se afina, tu escucha se entrena y tu presencia se fortalece.
Con bisturí.
Este es un espacio de precisión profesional.
Aquí no vienes a aprender más.
Vienes a entrenar mejor.
Te paso el bisturí sin anestesia pero con cariño en un aspecto puntual que me plantees para que afiances la herramienta más potente —y más invisible— de tu consulta: tu manera de estar.
Porque no sólo hablan tus palabras.
Habla tu cuerpo.
Habla tu voz.
Habla tu silencio.
¿Para qué sirve este laboratorio?
Para que dejes de perder energía, pacientes y tiempo.
Tu me dices dónde te duele, cuál crees que puedes ser el punto ciego por el que tu práctica en consulta no consigue los resultados que deseas.
1) Revisamos lo que no está funcionando.
Podemos ver si:
hace alta ajustar tu mensaje al tipo de cliente que quieres sostener (y al que no), o si necesitas mejorar en la traducción de tu lenguaje a uno más simbólico que el cerebro y la emoción comprenden, o si necesitas gestionar tus emociones de una manera más precisa para lidiar con las de los demás (entre otras).
2) lo ponemos bajo el microscopio.
3) lo reajustamos.
4) lo llevas a la práctica
Aquí vamos transmutar.
Te dejo algunos ejemplos de lo que trabajamos aquí:
Hay una verdad incómoda que no te dijeron en la carrera ni en las formaciones:
No todas las terapias son para todos.
Y no todos los terapeutas quieren trabajar de la misma manera.
Por eso aquí vamos a ajustar tu mensaje a ti.
A cómo eres.
A cómo trabajas.
A qué tipo de cliente puedes (y quieres) sostener.
Porque si no dejas claro quién eres, qué haces y cómo lo haces, el cliente se inventa cosas.
Y cuando se lo inventa, luego te lo exige.
Y entonces llegan los líos.
Cada síntoma, cada historia, es una respuesta que el cuerpo de tu paciente ha dado para sobrevivir a lo que pasa fuera.
Y si no entiendes qué significa esa respuesta en su mundo físico, mental y emocional…
estás perdiendo la mitad de la información.
Aquí vas a conectar la química con la historia.
El dato con la persona.
Una puerta que muchos profesionales pasan por alto: la conexión entre el motivo por el que llega a tu consulta y la vida real de tu paciente.
Porque cuando lo haces, pasa algo:
los pasos siguientes funcionan mejor,
las técnicas llegan más hondo, hay mas adherencia al tratamiento
y tu paciente siente que, por fin, alguien lo ve entero.
¿Tienes que dar un diagnóstico jodido?
¿Trabajas con pacientes crónicos?
¿Sientes que se te encoge algo dentro cada vez que ves la cara del otro al recibir ciertas noticias?
Aquí no vas a aprender a “decirlo con tacto”.
Aquí vas a aprender a estar ahí sin huir de las emociones del otro.
A no esconderte detrás del lenguaje técnico.
A sostener el vínculo incluso cuando toca decir algo duro.
Y a no irte hecha polvo a casa después.
Tu cliente no siempre se explica bien.
Pero su cuerpo sí.
Sus pausas, también.
Y a veces las incoherencias entre lo que dice y cómo lo dice son la pista más clara de lo que de verdad necesita.
En este laboratorio te ayudo a afinar el oído y el ojo clínico.
Para que sepas nombrar lo que siente el otro aunque aún no lo haya dicho.
Y cuando lo haces, algo se desbloquea.
(Para él. Y también para ti.)
¿Por qué un laboratorio?
Porque pasaremos el bisturí a lo que me propongas
Después seleccionaremos la muestra,
La pondremos en el matraz,
Le añadiremos el reactivo que necesite.
Dejaremos que se produzca la alquimia.
Y te llevarás tu resultado listo para usar.
¿Y cómo lo hacemos?
Fácil, pincha aquí y me escribes.
Me cuentas qué te está pasando. Yo te cuento si puedo ayudarte y cómo.
Si encajamos, te envío una respuesta con:
-Qué vamos a hacer
-Cuánto tardo
-Cuánto cuesta
Si no encajamos también te responderé.
¿Quieres traer tu muestra al laboratorio?
Una solución adaptada a un problema específico
Porque esto no es teoría.
Es práctica clínica sobre:
tu voz, tu cuerpo, tu escucha, tu manera de mirar y estar.
Aqui vienes a depurar.
A ajustar.
A integrar.
Esto es comunicación terapéutica en acción.
Si no...
Seguirás intentando explicar lo que haces como quien lee el prospecto de un jarabe: con frases largas, confusas y que nadie entiende (ni tú).
Tus clientes seguirán entrando en consulta como quien va al super “a dar una vuelta”, a ver si hoy toca iluminación, masaje o terapia exprés.
Seguirás viendo cómo se van pacientes encantados, llorando de emoción… pero incapaces de contarle a su pareja qué demonios pasó contigo. Spoiler: no vuelven.
Y tú, manteniendo la compostura profesional, mientras por dentro piensas:
“¿Para esto estudié 10 años y me gasté un sueldo en formaciones? Mejor me pongo un chiringuito dehelados en la playa.”
Porque comunicar no es un extra.
Comunicar también es cuidarte.
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